16 de junio de 2012

Moonrise Kingdom

Wes Anderson
Hay un sector de la crítica oficial, compuesto mayormente por adictos a los festivales (cuanto más independientes mejor) y yo diría que formados en la escuela de la tele, a los que las películas de Wes Anderson hacen salivar de gusto.  No importa que desde 1996, año en que filmó Bottle Rocket, su primera película, este hombre haya hecho cosas tan perfectamente prescindibles como Rushmore (Academia Rushmore, 1998) o Fantastic Mr. Fox (Fantástico Sr. Fox, 2009) sin olvidar,  claro, esa obra maestra de la idiocia que es The Royal Tenenbaums (Los Tenenbaums: Una familia de genios, 2001.) Y eso, que andan babeando algunos, vuelve a ocurrir con esta nueva entrega del señor Anderson, aunque su cine, de un infantilismo que raya, y con frecuencia cae, en el ridículo es sólo apto para ver en la tele mientras se hace la siesta, siempre que se haya quitado el volumen del aparato, desde luego. Moonrise Kingdom pertenece al mismo género de comedia (¿?) descerebrada cuya única lógica, completamente incomprensible si es que la tiene, parece ser consecuencia de alguna frustración infantil del autor que le ha impedido madurar lo suficiente como para crear una obra que no haga sentir al espectador vergüenza ajena. Eso sí, es capaz de soltar parrafadas como esta, tomada literalmente de una entrevista suya: “esa pieza de Benjamin Britten no hace más que deconstruir el trabajo en equipo necesario para rodar una película.” ¿Comprenden? Y es que la película comienza con una audición de la Guía de orquesta para jóvenes de Benjamín Britten. Lo cierto es que aparte de deconstruir un trabajo que ni siquiera está construido la obra en cuestión no tiene nada que ver con la historia que Anderson pretende narrar ni, de hecho, vuelve a oírse en toda la duración de la película. Pero es sólo un ejemplo de la capacidad de este hombre para vender humo. Porque eso es esta película, una payasada sin gracia, aburrida cuando no directamente irritante , pretenciosa pero de una espantosa superficialidad. 
Con una anécdota que remite (o al menos lo pretende) a los cuentos infantiles de héroes y princesas, pero con una estructura narrativa tan plana como en él es habitual, la película es una sucesión de aventurillas en un campamento de boy scouts poblado por adultos de un atroz infantilismo y por niños que hacen gala de una alarmante imbecilidad. No hay ni un solo personaje que esté definido más allá del tópico más simple, agravado además, en el caso de los niños protagonistas, por una interpretación tan pobre que hace desear que en el cuento aparezca un dragón y se zampe a todo el equipo, deconstruído o no. No son mejores las interpretaciones de los adultos, pero qué se puede esperar a estas alturas de Bruce Willis o Bill Murray… la inexpresividad del uno no logra contrarrestar la sobreactuación del otro, así que mejor olvidarlos.  Se salva como siempre la inmensa Frances McDormand, pero su papel es tan corto que, francamente, ni siquiera ella compensa la restante hora y media de torpeza narrativa.

Ficha:
Título original: Moonrise Kingdom
Año de producción: 2012
Duración: 94 min.
País: USA
Dirección: Wes Anderson
Guión: Roman Coppola, Wes Anderson
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Robert D. Yeoman
Reparto: Jared Gilman, Kata Hayward,
                     Bruce Willis, Edward Norton,
                     Bill Murray, Frances McDormand,
                     Tilda Swinton, Jason Schwartzman,
                      Bob Balaban, Harvey KeitelPremios:
Género: Drama (¿?)