25 de febrero de 2012

Pimientos asados

Los pimientos rojos, los llamados morrones, asados son una de las más deliciosas delicatesen que sea dado disfrutar. Además  son muy ricos en vitamina C,  llegando a contener más del doble de la que se encuentra en frutas tradicionalmente  consideradas fuente de vitamina C,  como la naranja. También, aunque en menor cantidad,  aportan vitaminas del grupo B (B6, B3, B2 y B1). Su característico color rojo indica que son una buena fuente de carotenos, entre los que se encuentra la capsantina, de propiedades antioxidantes. Entre sus minerales destaca  el potasio, y menor proporción el magnesio, el fósforo y el calcio. Por si fuera poco, esta forma de prepararlos es tan sencilla que sólo hay que seguir dos o tres preceptos básicos para tener éxito.  A la hora de comprarlos elija los que tengan la piel brillante, lisa y sin manchas y de carne firme. En esta preparación pueden usarse como guarnición,  como ingrediente de una ensalada, en canapés, para adornar una paella o un arroz hervido, o como tapa… vaya, como mejor nos guste, por lo que las cantidades dependerán del uso que vayamos a darles. En cualquier caso, calcule un pimiento de tamaño medio y un diente de ajo pequeño por persona.

Ingredientes
Pimientos rojos
Aceite de oliva
Ajos
Sal

Precalentamos el horno a 200º. Lavamos y secamos los pimientos cortando cuidadosamente el tallo si lo tuvieran con el fin de que se mantengan de pie. Los untamos con un chorrito de aceite de oliva distribuyéndolo bien por toda la superficie del pimiento, los colocamos en una fuente, apoyados en su base, y los metemos al horno, bajando la temperatura hasta los 180º. Deje que se hagan sin molestarlos durante al menos hora y media (el tiempo depende, como siempre, del horno, del tamaño de los pimientos…) vigilando sólo para que no se quemen. Puede comprobar si ya están pinchándolos con un tenedor: si entra fácilmente es que ya están. Ahora, apague el horno y olvídese de ellos. Cuando estén bien fríos, procederemos a pelarlos (verá que, si ha seguido las instrucciones, la piel sale sola) recogiendo el jugo con ayuda de un colador, por ejemplo. Retiramos cuidadosamente las semillas y, con los dedos, los cortamos en tiras, poniéndolos en un recipiente con su jugo. Picamos muy finamente los ajos que añadimos a los pimientos junto con un buen chorro de aceite de oliva y sal al gusto. Mezclamos bien y dejamos en este adobo otras ocho horas por lo menos. (Se conservan bien cuatro o cinco días en el frigorífico. Eso sí, sáquelos como mínimo un par de horas antes de consumirlos.)