21 de enero de 2012

Calabacines gratinados rellenos de langostinos

Los calabacines contienen vitaminas del grupo B (B1, B2 y B6), así como C y son una buena fuente de potasio, además de presentar pequeñas cantidades de magnesio, fósforo y hierro.   Gracias a su contenido en mucílagos son un alimento cuyo consumo se aconseja especialmente a las personas con problemas digestivos como gastritis o estreñimiento. Al ser ricos en potasio y pobres en sodio tienen acción diurética, por lo que resultan muy indicados contra la retención de líquidos. Son beneficiosos en caso de hipertensión, exceso de ácido úrico,  gota y cálculos renales. El calabacín puede usarse en las dietas de adelgazamiento por su ausencia casi total de grasas y por su gran contenido en agua, aunque hay que tener en cuenta que es una hortaliza que absorbe gran cantidad de aceite, por lo que es mejor comerlo hervido, asado o a la plancha, o incluso crudo en ensalada. La temporada natural del calabacín es el verano, aunque se encuentre  en el mercado todo el año, por eso los mejores calabacines son los que se podemos comprar  durante los meses de julio agosto y septiembre. Al comprarlos debemos elegir los que sean pequeños o medianos (los demasiado grandes suelen tener muchas pepitas) y aquellos de piel lisa y brillante, que debe de ser dura y tersa y sin manchas. Además del fruto, de la planta del calabacín también pueden consumirse sus flores, que pueden presentarse como guarnición de otros platos y que es posible preparar cocidas, asadas, fritas o incluso rellenas. Preparados rellenos, los calabacines constituyen un plato delicioso y al que es muy fácil enriquecer con otros aportes nutritivos, como carne o mariscos. Hoy vamos a hacerlos rellenos de langostinos, un plato ligero y delicioso.

Ingredientes para cuatro personas.
Cuatro calabacines medianos
750 gr de langostinos frescos
Dos cebollas rojas  medianas
250 gr de queso emmental rallado
Dos dientes de ajo
8 cucharadas de perejil picado
Dos hojas de laurel
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

Comenzaremos pelando los langostinos y quitando las cabezas. (Con estas cabezas y pieles más un par de hojas de laurel, un casco de cebolla y una zanahoria podemos preparar un caldo que es posible congelar y guardar para otras preparaciones.) Ponemos a cocer los langostinos en una olla con abundante agua a la que añadiremos las hojas de laurel; cuando el agua está hirviendo echamos los  langostinos, dejándolos hasta que el agua vuelve a hervir, sacándolos entonces con una espumadera  a un recipiente con agua fría y sal. Reservamos. Lavamos bien los calabacines quitándoles los extremos. Los cortamos en dos longitudinalmente y los vaciamos con cuidado, dejando una pared de un centímetro, más o menos; reservamos. Picamos en juliana muy fina la cebolla y los ajos y los ponemos a pochar en una sartén con el aceite, a fuego suave, hasta que la cebolla esté blanda. 

Añadimos la pulpa de los calabacines cortada también en  juliana y rehogamos cuatro o cinco minutos removiendo con cuidado para que no se aplaste mucho. Salpimentamos al gusto, pero recuerde que el queso ya lleva sal. Troceamos los langostinos, reservando algunos enteros para adornar la presentación, y los agregamos a la sartén. Rehogamos un par de minutos más, escurrimos bien el exceso de aceite (con ayuda de un colador grande, por ejemplo) y reservamos. Ponemos ahora los calabacines a hervir al vapor, cuidando que queden más bien al dente (unos  seis o siete minutos deberían ser suficientes.) Cuando estén, los sacamos y vaciamos del agua que puedan tener de la cocción (ojo, no se queme) y los rellenamos con el preparado de los langostinos al que añadiremos el perejil picado. Cubrimos con el queso y llevamos al horno, precalentado a unos 180º, gratinando hasta que el queso funda y tome un bonito color dorado. (Un truco: tenga el queso fuera de la nevera un par de horas antes de usarlo, fundirá más rápidamente.) Podemos servir espolvoreado con perejil picado y adornado con un langostino entero que pasaremos por la plancha, vuela y vuelta, con una pizca de sal.