27 de octubre de 2011

Niebla en el alma

Roy W. Baker
Es este un bocado agridulce, un plato del que hay que ir separando las partes menos apetitosas hasta llegar al relleno y ahí sí, ahí disfrutar del espléndido regalo que supone ver a Marilyn Monroe en su primer rol como protagonista tras las primeras apariciones en pequeños papeles, de los que pueden recordarse sus composiciones en La jungla de asfalto (The Asphalt Jungle, 1950) de John Huston, o Eva al desnudo ( All About Eve) de Joseph L. Mankiewicz, también de 1950, en los que ya interpreta la imagen de rubia desvalida con poco seso y mucho sexo que acabaría siendo su marca de fábrica a partir de Niágara, dirigida en 1953 por Henry Hathaway .
Niebla en el alma es una especie de raro ejemplar mezcla de thriller, suspense psicológico y melodrama dirigida por Roy Baker, un típico artesano que tuvo su momento de gloria con el Globo de Oro  en 1959 tras dirigir La última noche del Titanic  (A night to remember) y que acabó filmando algunos de los títulos de terror  que dieron fama a la Hammer antes de pasarse a la televisión. Rodada sobre un flojo guión de Daniel Taradash lleno de personajes tópicos al que tampoco Roy Baker consigue hacer levantar el vuelo limitándose a una dirección que no va más allá de lo meramente correcto, con algún que otro detalle que evoca vagamente a Hitchcock, (del que fue ayudante de dirección en  Alarma en el expreso, The Lady Vanishes, 1938) como en las escenas con el matrimonio Verna Felton - Don Beddoe y Marilyn Monroe en la habitación del hotel, pero también con escenan que chirrian, como esa absurda escena en la que Marilyn Monroe acaba cayendo al suelo en un forcejeo mal compuesto y peor filmado. Salvo algún desmayado chiste, alguna réplica (“¿Está casado?”. “Claro, ¿quién no?”. “¿Usted y su mujer discuten constantemente?”. ”Algunas veces ella duerme…” ) en una tópica conversación entre camarero y cliente-con-problemas, los diálogos sólo hacen añorar el buen cine de esos años. Richard Widmark y Anne Bancroft,  que debuta en el cine con esta película, tienen unos personajes tan canónicos de este tipo de historias que poco pueden hacer si no es salvar los muebles… Entonces, ¿qué tiene de extraordinario este film? Pues tiene a Marilyn Monroe y la más sorprendente y conmovedora interpretación de esta mujer. 

Aún hay quien sostiene que fuera de su salvaje atractivo sexual no había en ella nada que hiciera pensar en una actriz. Y sin embargo, basta contemplar su actuación en esta película para imaginar qué gran actriz dramática hubiera podido ser, esa que (curioso capicúa) se nos muestra en su última película (Vidas rebeldes, The Misfits, John Huston, 1961) si no se la hubiera encasillado en personajes frívolos, que por lo demás ella bordaba, y si su vida hubiera sido distinta. Es cierto que la composición del personaje de Nell Forbes tiene algún tic gestual, algún exceso que una buena dirección de actores hubiera podido corregir, pero su interpretación es riquísima en matices, emotiva casi siempre… Hasta llegar a esa secuencia donde, espléndidamente, da credibilidad a un final de melodramática trivialidad. En ese gesto de desvalimiento al agarrarse al dedo del policía hay toda una lección interpretativa, y un gesto que prefigura lo que habría de ser su propia existencia desde entonces.
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Ficha:
Título original: Don't Bother to Knock
Año de producción: 1952
Duración: 73 min.            
País: USA
Director: Roy Ward Baker
Guión: Daniel Taradash
Música:Lionel Newman
Fotografía: Lucien Ballard
Reparto: Richard Widmark, Marilyn Monroe
                     Anne Bancroft, Donna Corcoran
                      Jeanne Cagney, Lurene Tuttle
                      Elisha Cook Jr., Jim Backus
                      Verna Felton, Willis B. Bouhey
                      Don Beddoe
Género: Thriller, Drama