Aunque en su origen (francés, bien entendu: crème) la crema era una preparación usada por lo común como postre o acompañamiento de un postre, y por lo tanto de sabor dulce, lo cierto es que también se acostumbra a usar este término para lo que la RAE, en la entrada correspondiente a esta palabra, define en su cuarta acepción como Sopa espesa. Y con este sentido se pueden encontrar multitud de preparaciones con los más diversos ingredientes vegetales o animales y mezclas de ambos para tratar de conseguir eso que a los adeptos de, y los adictos a, la nueva cocina tanto les pone: mezclar sabores, olores, texturas, colores… en fin esa orgía de los sentidos que parece ser la finalidad de los nuevos guisos, convertida la cocina en taller de arte más que en fábrica de alimentos. Y bien está que así sea, siempre que las mezclas no sean demasiado antitéticas y no nos dejemos impresionar por esa especie de retórica cuasi poética al nombrar los platos a la que tan aficionados son estos nuevos cocineros. (Un ejemplo ilustre: tempura de salicomia al azafrán con emulsión de ostra, original, claro está, de San Ferran Adrià, patrono de todos los que, convertida la gastronomía en una rama del arte conceptual, pretenden ser alguien en el submundo de la cocina artística.)
Y puesto que de cremas hablamos, hoy vamos a preparar una crema de calabacín con aguacate, a la que esta fruta confiere una textura especialmente suave y cremosa, atemperada por el sabor del clavo y el vino. Al hacer las verduras al vapor resulta, además, más ligera al no llevar nada de la grasa que se le añade con el rehogado habitual.
Ingredientes para 4 personas.
3 calabacines medianos.
1 cebolla
2 puerros
1 patata mediana
1 aguacate maduro
100 cl de vino blanco seco
Sal
Dos o tres clavos de olor
Un par de hojas de laurel
Nuez moscada
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son siempre bienvenidos. Gracias por dejar tu opinión.